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Los Dioses del Dinero y su Proyecto del Nuevo Orden Mundial: El Juego Final ha Comenzado


Por Richard K. Moore 

Traducido por @dacha1953 para Periodismo Alternativo

Permítanme emitir y controlar el dinero de una nación y no me importará quién escribe las leyes (Mayer Amschel Rothschild (1744-1812), fundador de la dinastía Rothschild)

Tal vez lo más importante a saber sobre el poder en el mundo de hoy es que la mayoría de las naciones no tienen control sobre sus propias monedas. Igual que la propiedad privada con fines de lucro de los bancos centrales -como la Reserva Federal de EEUU- crean dinero de la nada y luego se prestan a interés a sus respectivos gobiernos. Se trata de una estafa muy rentable, pero eso no es lo peor de todo. No sólo los bancos centrales tienen el poder de crear dinero libremente, sino que también tienen la facultad de fijar las tasas de interés, para decidir cuánto crédito se emite y cuánto dinero se pone en circulación.

Con este poder, los bancos centrales pueden -y lo hacen- orquestar los ciclos de auge y caída, permitiendo sacar provecho de las inversiones durante los auges y comprar activos a precios de saldo durante las caídas, a los propietarios súper ricos de los bancos. Pero éste no es todo el cuento.

La más rentable de todas las actividades de los bancos centrales es la financiación de grandes guerras, en especial las dos guerras mundiales. Cuando las naciones se dedican a la guerra, y su propia supervivencia está en juego, los gobiernos estiran sus recursos hasta el límite con el propósito de prevalecer.

Es entonces cuando la lucha por obtener más financiación se vuelve tan importante como la competencia en el campo de batalla. Los prestamistas “adoran” los prestatarios desesperados, y se levantan grandes fortunas mediante la extensión de préstamos a ambas partes en conflicto: cuanto más tiempo dura la guerra, más ganancias llegan a los bancos centrales.

La riqueza centralizada conduce al poder centralizado

Nuestros sistemas políticos, que se fundamenta en partidos que compiten por ser elegidos, son inherentemente propensos a la corrupción. Así como la lucha por la financiación es importante en las campañas militares, eso mismo es lo que interesa en las campañas políticas. Los donantes ricos obtienen un trato especial, en lo que respecta a leyes y regulaciones que afectan a sus intereses comerciales. Pero este tipo de corrupción es sólo la punta del iceberg.

Una forma más eficaz de que la riqueza se traduzca en poder, es la colocación de agentes -individuos leales a los partidarios ricos- en posiciones de influencia y de poder.

Por ejemplo, cuando los Rothschild y los Rockefeller unieron fuerzas para fundar la Reserva Federal, reclutaron a un profesor desconocido, Woodrow Wilson; a quien prometieron hacerlo presidente, y cuando llegara el momento les devolvería el favor firmando el proyecto de ley de la Reserva Federal. Con su influencia sobre los jefes del partido, su control de los periódicos y la financiación ilimitada, llevaron a Wilson a la presidencia. Más tarde lamentaría ese “pacto con el diablo”.

Un ejemplo más moderno es Obama, quien en 2009 fue encargado por Henry Kissinger (agente clave de los Rockefeller) para crear un “nuevo orden mundial”. Al igual que Wilson, Obama apareció en la política de la nada, siendo catapultado a la presidencia, demostrando hasta ahora su lealtad con sus patrocinadores.

En el caso de Obama, implicaba poner el Banco Central en manos de los agentes de Wall Street Timothy Geithner y sus amigos. Ellos hacen la política y Obama lee los discursos.

Este tipo de cosas ha estado sucediendo durante siglos, primero en Europa y luego en EEUU. Lo que comenzó como la colocación de unos pocos agentes clave ha evolucionado con el tiempo. Lo que tenemos ahora es una red internacional de control, con puestos dentro de los partidos políticos, los gobiernos y sus agencias, medios de comunicación, consejos de administración, servicios de inteligencia y militares.

En el centro de la red están las dinastías de los bancos centrales -los dioses del dinero- que permanecen entre bastidores, pero tiran de los hilos del poder real.

La ingeniería de la información

En política nada sucede por accidente. Si así fuera, es que fue planeado de esa manera. Franklin D. Roosevelt (1882-1945), 32º presidente de Estados Unidos.

¿Has soñado alguna vez con lo que harías si tuvieras riquezas y poder? Para algunos, la respuesta podría ser una vida de ocio e indulgencia; pero muchos imaginarían poder cambiar el mundo, convertirlo en mundo “mejor”. Un ejemplo emblemático es Bill Gates, quien asegura utilizar la mayor parte de su fortuna en cambiar el mundo (¡sobre todo, en lo que significa reducir la población!), y para ello se dedica a acumular más y más dinero. Los dioses del dinero son así.

Por generaciones han tenido riqueza y poder en exceso, al contrario que tú y yo, para los que es sólo un sueño. El negocio en que han invertido en el último par de siglos no ha sido para acumular más riquezas, sino en el de transformar el mundo en una especie de feudo privado. Han estado trabajando en eso a través de proyectos de transformación a escala global. Es lo que se conoce como “El Nuevo Orden Mundial”, el último de sus proyectos.

El gran proyecto de EEUU: La base de operaciones ideal

Cuando las colonias americanas lograron independizarse de Gran Bretaña, se creó una nueva que claramente tenía el potencial de convertirse en una verdadera gran potencia mundial. Un continente enorme, más grande que toda Europa y con inmensos recursos, estuvo listo para ser conquistado y explotado. Si los Rothschild se hacían con el control de América, entonces la utilizarían como base de operaciones para la consolidación de su poder a nivel mundial.

Durante la década de 1800, EEUU creció hasta convertirse en una formidable potencia industrial. Asociados este ascenso al poder están apellidos como Carnegie, Mellon, JP Morgan y Rockefeller, quienes llegaron a ser conocido como los “barones ladrones”. Sin embargo, fue el dinero Rothschild y los bancos vinculados a él los principales financistas de ese proyecto de industrialización. Los Rothschild, de esa manera, preparaban cuidadosamente su futura base de operaciones.

No obstante, el mayor de los barones ladrones fue JD Rockefeller, quien consiguió congeniarse con los dioses del templo del dinero -los Rothschild- en términos más o menos de igual a igual.

Ya con EEUU establecido como una gran potencia industrial, el siguiente paso de los dioses era tomar control del dinero que generaba el gigante que ayudaron a crear. Esto se logró, como se dijo anteriormente, con las habituales manipulaciones de la escena a través de la creación de la Reserva Federal en 1913.

El proyecto “Primera Guerra Mundial”

El paso siguiente fue a jugar al “unos contra otros” con las potencias europeas. Con el respaldo de los Rothschild, como describe en el libro The Hidden History (La Historia Oculta), un grupo secreto de las élites británicas diseñó la “Gran Guerra” con Alemania, cuya potencia industrial y financiera estaba empezando con eclipsar al Imperio británico. La intención de la cábala era preservar la supremacía británica. Sin embargo los dioses del dinero jugaban a un escenario más profundo: Alemania perdió la guerra, pero fue EEUU quien surgió como el principal beneficiario, no Gran Bretaña.

Mientras que las potencias europeas se agotaban con la guerra, EEUU suministraba los medios para hacerlo, y esos suministros fueron posibles gracias a la nueva Reserva Federal, que había sido establecida justo a tiempo para ese propósito.

Al concluir la guerra, las potencias europeas adeudan sumas astronómicas a EEUU mientras que aumentaba en gran medida su capacidad industrial en el proceso de suministro de material de guerra.

Antes de la guerra, EEUU, Gran Bretaña y Alemania estaban más o menos a la par como potencias industriales. Con una participación militar insignificante, EEUU salió de la guerra como la mayor potencia industrial y la nación más rica del mundo. Pero EEUU todavía era una potencia más entre muchas. No tenía una flota de clase mundial ni tenía un ejército de clase mundial.

Los experimentos del fascismo y el comunismo

El Gran Proyecto de los dioses del dinero siempre ha sido, como se mencionó anteriormente, transformar el mundo en su feudo privado. Con su proyecto La Gran América estaban construyendo la base del poder geopolítico necesario para lograr ese objetivo. Pero quedaba la cuestión de cómo iban a gobernar su feudo, una vez que lo hubieran logrado.

Necesitaban tener el control absoluto sobre la población, y experimentar con diferentes modalidades de ejercicio de dicho control.

Vieron su primera oportunidad en las ideas revolucionarias de Karl Marx, Friedrich Engels, León Trotsky, y Vladimir Lenin. El régimen zarista en Rusia se estaba debilitando y se había visto obligado, por la Revolución de 1905, a poner en práctica reformas significativas. Debilitado aún más por las derrotas a principios de la Primera Guerra Mundial, una segunda revolución comunista tenía todas las probabilidades de éxito. Existía el peligro, sin embargo, de que una segunda revolución llevara a una forma democracia socialista, la cual no era el tipo de régimen de los dioses del dinero querían para su feudo.

Entonces vieron en Lenin y Trotsky los líderes con ideas autocráticas que convenía a sus propósitos. Organizaron que Lenin fuera deportado de Suiza y a Trotsky desde Nueva York -ambos hacia San Petersburgo- donde crearon la facción bolchevique y tomaron el control de las secuelas revolucionarias.

Los dioses del dinero financiaron entonces el desarrollo de la Unión Soviética, iniciando así un experimento con un régimen autocrático basado en los valores colectivistas.

Luego los dioses del dinero vieron su segunda oportunidad de experimentar en las ideas del carismático Adolf Hitler. Cuando Hitler fue arrestado por liderar el Festival de la Cerveza de Múnich en 1923, organizaron para que se le proporcionara una existencia cómoda en la cárcel, durante la cual desarrolló las ideas en su obra magna, Mein Kampf (Mi Lucha), que proponía en un manifiesto, entre otras cosas, luchar por “un espacio vital” (liebensraum) y esclavizar a los eslavos. Las ideas de Hitler se centraban en el nacionalismo, el expansionismo, la eugenesia, el genocidio y los métodos brutales de control de la población.

Si Hitler llegara al poder en Alemania, proporcionaría una oportunidad única para experimentar con un tipo muy diferente de régimen autocrático. Además, debido a sus ideas expansionistas y su odio por el comunismo, ello proporcionaría los medios necesarios para llevar a cabo otro proyecto en la transformación de la geopolítica: una segunda Gran Guerra. Hitler también era atractivo para las élites alemanas, que vieron en él una oportunidad para restaurar Alemania como gran potencia.

El resto, como dicen, es historia. Fabricado el colapso económico de la República de Weimar (antiguo estado del Kaiser Guillermo), Hitler fue ayudado a llegar al poder en Alemania. Sin embargo no fue cualquier peón, y gran parte de su odio se volcó contra los judíos -como los Rothschilds- y contra su dinero. Ese odio no le restó valor al experimento nazi de los dioses del dinero.

El Proyecto de la Segunda Guerra Mundial

Si vemos que Alemania está ganando debemos ayudar a Rusia, y si Rusia está ganando debemos ayudar a Alemania, y que muera el mayor número posible. Harry S. Truman (1884-1972), 33º presidente de Estados Unidos, New York Times, 24 de junio 1941.

El siguiente paso en ese proyecto de La Gran América era poner a jugar a las grandes potencias del viejo mundo al “todos l contra todos”, pero en una escala mayor a la primera guerra mundial.

Esta vez, sin embargo, EEUU desempeñaría un papel militar importante, de modo que pudiera surgir de la guerra no sólo como una gran potencia, sino como la única superpotencia del planeta; realmente un papel militar importante pero altamente “apalancado”, donde EEUU sufrió bajas insignificantes en comparación con las pérdidas astronómicas de la mayoría de los combatientes involucrados.

Desde su segura de operaciones en el continente americano, los dioses del dinero organizaron el rearme de Alemania (ver Prescott Bush) y el rápido ascenso de Japón como moderna potencia industrial y militar; sin dejar de apoyar el desarrollo de la Unión Soviética. De esta manera, como se suele decir, mataban varios pájaros de un solo tiro.

EEUU entonces fingió una neutralidad benévola y observaron cómo Japón se enfrentaba a China y a Alemania combatir contra la Unión Soviética.

EEUU esperó el momento más oportuno para unirse a la refriega; y cuando llegó el momento, provocaron sistemáticamente a Japón y no hizo ningún intento de defenderse contra el ataque a Pearl Harbor, ya que Roosevelt sabía la hora exacta del ataque. El pueblo estadounidense estaba fuertemente en contra de la guerra, y el episodio de Pearl Harbor, -como estaba previsto- transformó al instante a la opinión pública; permitiendo a EEUU participar en la guerra con el apoyo abrumador de su gente. Un “día de infamia”, pero con la participación tanto de Roosevelt como de Japón.

Una vez más, lo demás es historia. Al final de la guerra, EEUU tenía el 40% de la riqueza del mundo y de la capacidad industrial, el dominio de los siete mares, bases militares permanentes en todo el mundo, y el monopolio de las armas nucleares. Según lo previsto, los escombros que quedaron de las alguna vez grandes potencias, se ahogaban en una descomunal deuda. Con EEUU establecido como la única potencia mundial, los dioses del dinero se propusieron crear un orden de posguerra dominado desde su base de operaciones: Estados Unidos.

El régimen de posguerra: El establecimiento del Estado Global

En 1944, se celebró en Bretton Woods una conferencia internacional, en la cual se establecieron nuevas instituciones globalistas, incluidas las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial; de acuerdo con un diseño que se había trabajado durante la guerra de los dioses del dinero en el Consejo de Relaciones Exteriores.

Bajo el pretexto de establecer un régimen de paz y estabilidad en el mundo, EEUU organizó que las otras potencias occidentales fueran “castradas” militarmente; permitiendo a EEUU mantener y expandir su poderío militar.

Considerando que el experimento nazi fue terminado por la guerra, la Unión Soviética sobrevivió como gran potencia. Como principal aliado de Estados Unidos en la segunda guerra mundial, y a la luz de las intenciones armoniosas profesadas en la reunión de Bretton Woods, los soviéticos estaban ansiosos de una coexistencia pacífica con Occidente, a pesar de sus considerables diferencias ideológicas. Pero eso no encajaba en los planes de los dioses del dinero en su conformación su Gran Proyecto de dominación global.

EEUU y Gran Bretaña, sometidos ambos al control de los dioses del dinero, inventaron el mito de la “amenaza comunista” y proclamaron la Guerra Fría, la cual sirvió para varios propósitos. En primer lugar, fue acompañada por una política de contención que tuvo por objeto evitar que los soviéticos, y sus primos ideológicos chinos, participaran en el auge económico de la posguerra, como también en las naciones bajo su protección, como Corea y Vietnam, que habían decidido una vía de gobierno socialista. En segundo lugar, la Guerra Fría sirvió de excusa a EEUU para continuar la expansión de su poderío militar y sus programas intervencionistas.

El proyecto global imperialista

Con EEUU como un súper poder sin límites, se impuso un régimen de paz dentro de lo que eufemísticamente se llamó el “mundo libre”. Sin necesidad de invertir en la defensa de sus naciones -ya que EEUU se encargaba ahora de ello- las antiguas grandes potencias europeas participaron junto con Estados Unidos en un gran programa de neo-imperialismo; que los condujo a la mayor época de crecimiento económico que el mundo haya visto.

El crecimiento se hizo la norma esperada; cualquier falta de crecimiento se considera una aberración. La expectativa de crecimiento se convirtió entonces en una parte estructural de las economías nacionales, lo que llevó a la financiación del déficit interno, el endeudamiento del gobierno y el aumento de las deudas nacionales contraídas con los bancos centrales. No había plan B: si el crecimiento flaqueaba -un temible episodio de recesión- el único recurso era pedir prestado aún más, y asi la economía continuaba funcionando.

El boom de crecimiento de posguerra condujo a una prosperidad sin precedentes en todo Occidente, lo mismo que en Japón, que considerado parte del pastel. Además, se introdujeron amplios programas de reforma social, tales como el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, e incluso de mayor alcance como la organización del estado de bienestar de Europa Occidental.

En parte debido a la disolución de los imperios tradicionales, y en parte debido a las medidas de la reforma social, existe la convicción en el mundo de la posguerra de que los valores democráticos fueron en aumento y que los gobiernos eran más sensibles a las necesidades y deseos de la gente.

Los valores de la Ilustración de libertad personal y los derechos de los ciudadanos fueron consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU. Parecía que había llegado una nueva edad de oro de la democracia que procuraba la constante mejora de las condiciones sociales.

La estabilidad económica, junto al crecimiento económico perpetuo, junto con la paz garantizada por un benevolente Tío Sam era un sueño cumplido. Con su régimen de posguerra, los dioses del dinero había conducido al “mundo libre” hacia una burbuja de la dependencia.

La Carta de la ONU garantiza el principio de la soberanía nacional, y nadie (a excepción del ex presidente de Francia Charles de Gaulle) pareció darse cuenta de que cuando alguien más garantiza tu soberanía, es que ya no tienes soberanía.

El crecimiento se convirtió en el nuevo opio del pueblo, y nadie pareció darse cuenta de que el crecimiento eterno en un planeta finito es una imposibilidad matemática. Con la mayor parte del mundo voluntariamente atado a la correa de la dependencia del liderazgo estadounidense, y con EEUU firmemente bajo el pulgar de la Reserva Federal, los dioses del dinero ahora podrían pasar a conducir al mundo por el camino del Edén hacia la subyugación total.

La desestabilización global y el proyecto Nixon del patrón oro

Por casi 30 años, desde 1944 hasta 1971, el sistema de Bretton Woods funcionó más o menos como se planificó. El dólar estaba vinculado al oro, con otras monedas vinculadas al dólar, y proporciona la estabilidad financiera prometida. El crecimiento siguió proporcionando la prosperidad esperada y el aumento de los niveles de vida.

Sin embargo, con EEUU envuelto en una guerra costosa e imposible de ganar en Vietnam, la economía estadounidense comenzó a fallar.

En 1971, con el fin de continuar financiando la guerra, Nixon sacó el dólar del patrón oro. El proyecto de la Guerra Fría había brindado la oportunidad de abandonar el proyecto de estabilidad. Los valores de la moneda ahora podrían fluctuar, lo que permitió la especulación monetaria y la introducción de la incertidumbre en la valoración de las transacciones internacionales.

Sin gran daño al principio, el pilar central de la estabilidad financiera había sido retirado. Hoy en día, sólo un pequeño porcentaje de las transacciones en divisas tiene que ver con la economía real, y el resto con la especulación desenfrenada y desestabilizadora.

En 1980 los dioses del dinero impulsaron su proyecto de desestabilización a una escala mayor. Lograron que sus agentes, Ronald Reagan y Margaret Thatcher, tomaran el liderazgo en EEUU y el Reino Unido, y se puso en marcha una campaña de propaganda en los medios de comunicación, para reintroducir la doctrina largamente desacreditada de la economía del laissez-faire (dejar hacer) que había creado las terribles condiciones narradas por Charles Dickens sobre la época victoriana.

Sobre la base de un análisis económico fraudulento promulgado por la Escuela Economía de Chicago, a cargo de Milton Friedman, se afirmó que la reducción de impuestos y regulaciones a empresas corporativas daría lugar a una economía más fuerte cuyos beneficios irían a parar a todos, incluyendo incluso a los presupuestos gubernamentales

El carismático Ronald Reagan habló de “sacar al gobierno de nuestras espaldas”, y proclamó que “el gobierno no era la solución sino es el problema”.

Hay, por supuesto, mucho de verdad en esas palabras, pero el aumento de poder de las corporaciones a expensas del gobierno no era en absoluto un camino a la prosperidad, ni a la libertad personal.

Alguien se preguntará cómo de una carrera como actor de cine y televisión, este personaje saltó a la presidencia; pero el misterio se desvanece cuando nos damos cuenta de que el principal trabajo de un presidente de EEUU es mentir convincentemente a un público crédulo, en apoyo a los programas de los dioses del dinero.

Junto con la reducción de impuestos y regulaciones corporativas, las nuevas políticas económicas promovieron que los inversionistas trasladaran sus operaciones a países con bajos salarios, lo que llevó a la desindustrialización de EEUU y Gran Bretaña. El sistema de Bretton Woods se fue socavado sistemáticamente; así lo demuestra la disminución de la estabilidad y la prosperidad.

El proyecto de la Unión Europea

Los pueblos de Europa Occidental, que han experimentado los estragos del fascismo y la guerra, eran menos vulnerables a la clase de propaganda fácil de que tuvo tanto éxito con las poblaciones más protegidos de Gran Bretaña y Estados Unidos. Fue necesaria entonces una campaña más matizada para desestabilizar a la Europa continental.

La campaña de propaganda para vender el Tratado de Maastricht no habló de “descargar el gobierno de nuestras espaldas”, que no ha dado buenos resultados en esas economías; en las cuales el estado de bienestar era a la vez popular y exitoso.

En su lugar, se argumentó que una Unión Europea pondría a Europa a la par del poderoso EEUU, e incluso se argumentó que dicha unión era necesaria para evitar futuras guerras entre potencias. En realidad, la UE colocó a Europa directamente en las manos de los dioses del dinero.

A diferencia de las propias naciones europeas, que se rigen por parlamentos y primeros ministros elegidos, el régimen de Bruselas domina la Comisión Europea, y los dioses del dinero pueden arreglar fácilmente que sus agentes seleccionados sean convenientemente atendidos.

El núcleo de la campaña de propaganda a favor de la UE estuvo lleno de promesas acerca de «subsidiariedad» -las decisiones serían supuestamente tomadas en función de las necesidades de todos- por lo que la soberanía no estaba en riesgo, ya que Bruselas tomará decisiones sólo en cuestiones que afectan a la UE en su conjunto. Una vez que se estableció la Unión Europea, sin embargo, el término subsidiariedad cayó en desuso, y con el tiempo más y más poder ha sido desplazado de los gobiernos nacionales a Bruselas.

Hoy en día, todos los aspectos de la vida en la UE se ven afectados por regulaciones ilegibles. El último clavo en el ataúd de la soberanía nacional de Europa y su estabilidad financiera, llegó con la adopción del euro en 1999. Sin la capacidad de controlar sus propias monedas, las naciones no tienen control real sobre su viabilidad financiera.

Hoy la locura de una moneda común, entre las naciones con muy diferentes circunstancias económicas, está bien encubierta por la prensa financiera. Pero la verdad de esta locura estuvo allí desde el principio, y los dioses del dinero eran muy conscientes de ello.

El proyecto neoliberal y la globalización de la pobreza

En 1994, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue firmado por los EEUU, Canadá y México. Este tratado socava las economías y la soberanía de los tres países. Bajo el disfraz de “libre comercio”, realmente representa el empoderamiento de las corporaciones a expensas de las naciones – es lo que se conoce como la revolución Reagan-Thatcher de los esteroides.

Bajo tales tratados las corporaciones tienen el derecho de demandar a los gobiernos si las regulaciones socavan los beneficios empresariales. La seguridad del consumidor, la protección del medio ambiente y los derechos de los trabajadores son de poco interés para el proceso controlado por las corporaciones afiliadas a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que decide sobre ellas.

Desde entonces, una serie de tratados similares de “zona de libre comercio” se han llevado a cabo con la participación de varias combinaciones de naciones. El proyecto neoliberal puso a toda marcha en 1995, la creación de la Organización Mundial del Comercio, en sustitución del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT).

La OMC lanzó rápidamente una campaña sistemática para incrementar el poder de las empresas, por medio de tratados de “libre comercio” que son obligatorios para todos los miembros de la OMC, incluyendo por supuesto la UE.

El efecto general del proyecto neoliberal ha sido los niveles de vida más bajos, la entrega de la soberanía nacional, desestabilización de las finanzas y, en general, la destrucción de todo para lo que el sistema de Bretton Woods fue diseñado.

En el llamado “tercer mundo”, sobre todo en el África subsahariana, los estragos causados por el proyecto neoliberal se han ampliado aún más por las acciones del FMI y por otros medios -según lo documentado por John Perkins en “Confesiones de un Esbirro Financiero” (Confessions of an Economic Hitman).

Se alienta -o se fuerza- a los gobiernos a asumir deudas sobre las cuales no tienen capacidad de pago. Cuando los gobiernos entonces recurren al FMI para aliviar el peso que los empréstitos representan sobre los pueblos, se otorgan préstamos adicionales en condiciones draconianas.

En consecuencia los gobiernos están obligados a recortar los servicios sociales y a vender a las corporaciones sus activos nacionales -tales como los derechos de agua- a precios de ganga. Se convierte en ilegal, para darle un nombre a lo que significa “draconianas”, que las personas se surtan del agua de lluvia, ya que se considera un robo a las corporaciones que han comprado los derechos de agua de la nación.

Por este medio se ha creado pobreza de forma sistemática donde el FMI ha logrado clavar en sus garras.

La desestabilización de la moral: La guerra contra el terrorismo

El 11 de septiembre de 2001, los dioses del dinero dispusieron la demolición controlada de las Torres Gemelas, y que recayera la en culpa la organización terrorista Al-Qaeda , haciéndolo ver como una conspiración contra “nuestras libertades”. De hecho nuestras libertades han sido destruidas -no por Al Qaeda, sino por los dioses del dinero.

Imitando una lección aprendida de los nazis, la demolición del World Trade Center en Nueva York fue una repetición del incendio del Reichstag, que también fue una acción de “bandera falsa” culpando de ello a una “conspiración comunista”. Y tal como el incendio del Reichstag fue seguido por una Ley Habilitante de los nazis, el atentado del 11-S fue seguido por la Ley Patriota.

Ambas leyes destruyeron todas las garantías constitucionales que amparan las libertades civiles; lo que en ambos casos condujo a la creación de campos de concentración, a la legitimación de la tortura, a la detención indefinida sin recurso legal y al establecimiento de regímenes de corte fascista que no rinden cuentas.

En parte debido al impacto psicológico del 11-S, y en parte debido a la influencia oculta de los dioses del dinero, a eventos de bandera falsa adicionales (por ejemplo, los atentados de Londres) es que los gobiernos de todo el mundo han puesto en marcha legislaciones antiterroristas que atentan gravemente contra las libertades civiles que durante mucho tiempo fueron libertades civiles. Esta ‘guerra contra el terror’ también se convirtió en a excusa perfecta para el intervencionismo militar.

Además, hemos visto el surgimiento de las intervenciones “humanitarias” con la fabricación de excusas tales como “armas de destrucción masiva” que no existen. Dichas excusas habilitaron las guerras contra Irak y Afganistán.

Otra táctica intervencionista, que se utilizó por ejemplo en Kosovo y Libia, ha sido el reclutamiento de terroristas mercenarios para representar el papel de “luchadores por la libertad nacional”. Esto proporciona un pretexto para intervenciones “humanitarias”.

En el caso de Siria, los terroristas mercenarios han sido los principales medios de desestabilización. Cuesta hoy mantenerse al día con todas intervenciones. En África, EEUU han creado AFRICOM, un comando militar establecido para facilitar intervenciones y desestabilización de toda África.

Se puede identificar las razones geopolíticas y económicas de estas diversas intervenciones, como el control de los recursos energéticos y minerales. Sin embargo, desde una perspectiva general, el efecto ha sido el de socavar el principio de la soberanía nacional; como también para crear un gran número de “estados fallidos”.

Transformando la economía: La demolición controlada del capitalismo

Como se mencionó anteriormente, el crecimiento económico no puede ser permanente en un planeta finito. Es evidente que la dicotomía capitalismo/crecimiento llegará a su fin tarde o temprano. Con base en estos hechos, muchos analistas han predicho el colapso de la civilización. Algunos incluso ven esto como algo bueno, una oportunidad para construir desde cero una nueva sociedad.

Estos analistas o bien no entienden el grado en que está centralizado el poder actualmente, o asumen que los que tienen el poder son ciegos y estúpidos; algo que los dioses del dinero están remotamente de serlo.

En realidad han estado planeando el sucesor del paradigma de crecimiento desde la creación del Club de Roma en 1968, si no antes. En lugar de dejar que el colapso del capitalismo se venga por sí solo, han dispuesto un colapso controlado, y así forjar un resultado que les convenga.

El colapso financiero de 2008 no sucedió por accidente; fue un proyecto diseñado por los dioses del dinero. No habrá recuperación luego de un colapso, esa no es la intención. En lugar de una economía basada en la actividad del mercado, vamos a tener una economía de micro gestiones a nivel mundial; como lo presagia el amplio despliegue de contadores estrella. Las lecciones aprendidas en el experimento soviético van a aplicarse a nivel mundial.

El fundamento del proyecto “colapso de 2008″ fue el establecimiento de la regla “mercado mata mercado”, también conocida como Basilea II. Esta fue decretad por la Banca Internacional de Pagos (BPI, por sus siglas en inglés), que es el banco central de todos los bancos centrales, con sede en Basilea, Suiza. Esta norma obliga a los bancos a valorar sus activos de acuerdo con lo que se podrían vender de inmediato en los mercados.

Esto significa que una caída temporal en la valoración de algún activo disminuye el valor de todos los activos relacionados. De poco interés en mercados en alza, puede hacer insolvente a un banco ante cualquier tipo de crisis grave. Los mercados fluctúan, y los bancos rutinariamente dependen de la fluctuación de sus inversiones.

La regla mercado=mata=mercado significa que cualquier golpe a favos pueda convertirse más adelante en un descarrilamiento de sus finanzas: una bomba de tiempo colocada en el sistema financiero mundial.

Con esta bomba, el escenario está listo para el proyecto de demolición. El primer paso, organizado por los agentes de Wall Street de los dioses del dinero, ha sido la derogación de la Ley Glass-Steagall en EEUU. Ello dio a Wall Street la libertad que necesitaba para continuar con el resto del proyecto.

A continuación, las líneas de crédito a nivel mundial se abrieron para la otorgación de todo tipo de préstamos que nunca podrán ser reembolsados, especialmente en el mercado inmobiliario de Estados Unidos. Esas hipotecas “sucias” se agruparon en derivados, ya través de un seguro ficticio obtuvieron una calificación triple A. Estos derivados tóxicos fueron comercializados agresivamente en los mercados globales.

Se había creado burbuja inmobiliaria; los derivados tóxicos diversificaron el riesgo en todo el sistema bancario, y la bomba de tiempo aseguró que cuando la burbuja estallara el sistema bancario quedaría insolvente. En 2008, la burbuja reventó, e inmediatamente aparecieron las insolvencias previstas. Pero eso no fue lo peor de todo.

Cuando un banco, o cualquier negocio, se declara insolvente, lo más sensato es poner el negocio en suspensión de pagos y convenir la disposición ordenada de sus activos y pasivos. En este caso, los amos del dinero lograron que el gobierno asumiera sus pérdidas, dejando por fuera a las deudores hipotecarios.

Para evitar que los bancos se fueran a la quiebra, los gobiernos aplicaron el rescate de las deudas de sus propietarios. Entonces los dioses del dinero enviaron a sus agentes (troikas) y tomaron el control de los presupuestos nacionales. Así se decretó un régimen de austeridad, argumentando que no puede haber recuperación económica sin una venta masiva de los activos nacionales comenzó – a precios de ganga.

Países como Francia y Alemania han sobrevivido el asalto inicial; pero a medida que la economía mundial sigue deteriorándose finalmente se tiró caerán en la trampa y la zona euro, serán verá sumida en más y más deuda. EEUU ya está asumiendo parte de los rescates, por razones de su extensión militar.

En todo Occidente se está creando el siguiente escenario: en lugar de naciones soberanas que operan de acuerdo con las fuerzas del mercado, tendremos naciones que son propiedad de los dioses del dinero, que operan sobre la base de los presupuestos asignados por los bancos centrales.

La meta del gobierno central ha sido lograda en la práctica a partir de la deuda, y se ha logrado también el régimen de micro-gestión económica, como ya lo ha hecho en las economías más débiles.

El juego final: La desamericanización y el empoderamiento de la ONU

La crisis del Golfo Pérsico es una rara oportunidad para forjar nuevos lazos con viejos enemigos (la Unión Soviética) … Al culminar estos tiempos difíciles surgirá un Nuevo Orden Mundial a la luz de unas Naciones Unidas que actúe según lo previsto por sus fundadores. Presidente de Estados Unidos, George Bush padre, durante su discurso sobre el Estado de la Unión, 29 de enero 1991.

En el contexto de múltiples intervenciones, guerras, ataques aéreos, etc., a las que EEUU, por lo general con la ayuda del Reino Unido, se dedica habitualmente -con poca o ninguna preocupación por el derecho internacional, la opinión pública, o las consecuencias para la población civil- es muy sorprendente que el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, y luego el presidente estadounidense Barack Obama abandonaran su promesa de responder a “línea roja” de Obama sobre el presunto uso de Siria de armas químicas, al remitir el asunto al Parlamento y al Congreso, donde los votos en contra estaban asegurados.

No todo el mundo reconoció de inmediato el trascendental cambio que nacía con este retroceso, pero pronto la magnitud del cambio se hizo evidente para todos en el transcurso de los eventos.

El primer suceso notable fue el repentino prestigio diplomático del presidente ruso, Vladimir Putin. Rápidamente fue eclipsado por el anuncio de Washington e Irán a participar en lo que parecía ser prometedoras negociaciones cara a cara sobre la cuestión nuclear, para disgusto extremo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que hasta ese momento parecía ser la cola del perro estadounidense que mueve en Oriente Medio.

Tales cambios trascendentales a escala global no ocurren por accidente, como hemos visto en nuestro rápido repaso de dos siglos de historia. Estos eventos deben ser interpretados en el contexto de la agenda de los dioses del dinero, y en particular con su Gran Proyecto para transformar el mundo en su propio feudo privado. Han hecho borrón y cuenta nueva desestabilizando el mundo de muchas maneras como las descritas anteriormente, y ya han comenzado la micro-gestión de los presupuestos nacionales.
Ahora, al parecer, ha llegado el momento de seguir adelante con la instalación formal de su Nuevo Orden Mundial; no por la fuerza, sino por aclamación popular.

El repentino surgimiento de Putin como líder mundial

Ha habido una lucha desde hace algún tiempo entre EEUU, por una parte, y Rusia, China y las naciones del BRICS, por la otra, en cuanto a la voluntad de este último bloque de conformar un mundo multipolar, en lugar de un mundo unipolar dominado por el primero. La persistencia del dólar como moneda de reserva, y el excepcionalismo estadounidense en general, han sido motivos de grave preocupación, y siempre EEUU ha vigilado celosamente lo que considera sus legítimas prerrogativas.

En los casos de Siria e Irán, por ejemplo, han sido ignorados los llamamientos a la cordura formulados por Putin y otros líderes, y respondieron con la arrogancia estadounidense tradicional. De repente, todo eso ha cambiado. Putin, en particular, ha sido elevado a la condición de líder mundial respetado, y hasta hace poco habría sido inconcebible que EEUU dejara que Rusia se encargara de desmantelar las armas químicas de Siria. Putin no ha cambiado su tono o su estilo; está diciendo las mismas cosas que siempre ha estado diciendo. Lo que ha cambiado es que no está siendo rechazado directamente por Washington. Y los medios de comunicación globales, controlados -por supuesto- por los dioses del dinero, le otorgan un protagonismo en términos casi heroicos. El multipolarismo se ha convertido en una realidad de un día para otro. (*)

La desamericanización

El intervencionismo estadounidense, y la indignación contra él, no es por supuesto algo nuevo. Pero, sobre todo desde el 11-S, tales episodios se han vuelto más y más peligrosos. Con amenazas de guerra contra Irán, un giro hacia el Este dirigido contra China y otros movimientos recientes, parecía que estábamos al borde hacia una situación que podría incluso provocar una confrontación nuclear, en toda regla, a escala global, en cumplimiento del ‘Proyecto para un Nuevo siglo Americano’.

El mundo, como hemos estado viendo en los informes de los medios de comunicación desde el retroceso “línea roja”, está más que preparado para abrazar una desamericanización. El liderazgo estadounidense, muy bien acogido después de la Segunda Guerra Mundial, está pasando de largo en muchos países (sobre todo en desarrollo).

Casi se puede oír un suspiro de alivio al leer las palabras optimistas de los expertos. ¿Y quién no podría sentir alivio ante el giro de los acontecimientos que hemos visto desde que Washington, que ya no parecía estar soliviantando a todos? Si no, fíjense que cuando Obama habla oímos la retórica de un político; pero cuando lo hace Putin, escuchamos las palabras razonadas de un estadista sagaz.

El empoderamiento de las Naciones Unidas

La maternidad [debería ser] un crimen punible por la sociedad, a menos que los padres tengan licencia de los gobiernos … Todos los padres potenciales [deben] utilizar químicos anticonceptivos, y los gobiernos suministrar antídotos a los ciudadanos elegidos para procrear. David Brower, primer director ejecutivo del Sierra Club.

No hace falta mucha imaginación para ver hacia dónde nos dirigen los acontecimientos. La diplomacia está tomando el escenario, y se escuchan nuevas voces en el discurso de la “comunidad internacional”. Las expectativas están aumentando las tensiones de larga data y las crisis latente puede finalmente resolverse.

En la medida que comiencen a verse resultados reales, como pudiera ocurrir cuando se resuelva la crisis de Irán o cuando los medios de comunicación comiencen a decir las cosas correctas, surgirá lo que equivale a una protesta pública para llevar a este cambio hacia adelante, para asegurarse de que la razón y la diplomacia sea la norma en las relaciones internacionales.

Librados de la crisis creada por el excepcionalismo estadounidense, nos será “vendida” una “solución” –aparentemente metiendo en cintura en a las Naciones Unidas (ONU). Gritarán no más vetos estadounidenses en desafío del sentimiento mundial. No más aventurerismo militar americano (o israelí).

Dejemos que la ONU haga el trabajo para el que fue diseñado, vamos a proporcionar un foro donde los temas realmente se puedan resolver sobre el terreno, que tenga la capacidad de llevar a cabo las decisiones resultantes. La ‘reformada’ ONU no será un gobierno mundial, pero los tipos de poderes otorgados por las “reformas” serán la misma cosa. La palabra subsidiariedad puede emerger de nuevo, si es necesario, para silenciar las voces disidentes.

Es importante notar estos últimos avances y los cambios están dando en el ámbito de la geopolítica. En este impulso hacia un gobierno centralizado se está centrando toda la atención en cuestiones de guerra y paz. Todo el mundo, presumiblemente, quiere la paz y la estabilidad entre las naciones. Se nos está ofreciendo un caballo de madera atractiva llamada paz, pero no se nos muestra lo que hay dentro del caballo. Tenga cuidado con las élites, que traen regalos.

De hecho conocemos algunas cosas que lleva el caballo, pero sólo hay espacio aquí para uno o dos ejemplos. La Agenda 21 es una de las piezas más aterradores que carga el caballo. Este programa comienza con legítimas preocupaciones en materia de sostenibilidad, y los transforma en un monstruo verde que tiene como objetivo la micro-gestión de cada aspecto de nuestras vidas, en una medida que hace que el antiguo régimen soviético parezca casi como una libre empresa.

Cualquiera que no esté familiarizado con el Programa 21 le haría bien hacer una investigación. En el ámbito de las relaciones internacionales hay algunos indicadores alarmantes, en particular con respecto a los ataques con drones. Uno esperaría que esas máquinas diabólicas queden prohibidas a medida que avanzamos hacia un mundo más armonioso. Pero no será así, ya que la ONU está considerando la cuestión drone, y quiere establecer algún tipo de sistema de clasificación para distinguir a los buenos de los malos.

Lo que nos trae a la cuestión del “terrorismo”. Como ya he relatado, y la evidencia es realmente decisiva, gran parte de lo que se llama “terrorismo” son en realidad operaciones de bandera falsa, perpetrados por mercenarios que trabajan para agencias de inteligencia occidentales, en la búsqueda de alguna desestabilización o algún proyecto de cambio de régimen. Si la pretensión es hacer creer (en un mundo basado en la diplomacia) que todo este “terrorismo” es real y que para combatirlo las libertades civiles deben ser sacrificadas, entonces nuestro caballo de madera no es tan atractivo como podría parecer a primera vista.

Hay dos cosas que sí podemos estar seguros van a venir con nuestro caballo de madera. En primer lugar, la ONU terminará con la micro-gestión de la sociedad por medio de las burocracias que no rinden cuentas, como el FMI, el IPCC, la OMS, etc. En segundo lugar, con tantos de nuestros sistemas tradicionales desestabilizados intencionadamente, podemos esperar que la “solución” se nos venderá como un “atractivo” y novedoso paradigma cultural y económico.

(*) Este tratamiento ha sido temporal, ya que EEUU no desea compartir su protagonismo con Rusia. Para ello se embarcó en la desestabilización de la ex joya de la era soviética, Ucrania; con lo cual ha enfrentado a Putin con apoyo de su tentáculo armado -la OTAN- y la anuencia casi servil de los gobiernos de las naciones europeas, golpeados por la tremenda crisis sistémica. En todo caso, este conflicto pudiera ser una maniobra que distraiga a la opinión pública de las verdaderas intenciones de las élites de poder.

 

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