Y
ahora toda esta reputación que se ha construido a lo largo de décadas
se ha volado como un globo simplemente porque los líderes de las
principales potencias no vinieron a Davos. En el período del mundo
unipolar, era más fácil para el capital transnacional reclamar el
estatus deseado de poder global: era posible negociar con algunas de las
élites nacionales, convencer a otras, comprar algunas. Sin embargo,
ahora que el sistema se está desintegrando, la realidad se revela
simultáneamente, demostrando quién decide realmente el destino de países
específicos y de todo el planeta, y cuyo lugar está en los bailes de
respaldo.
En
este sentido, la cancelación del tradicional viaje al foro por parte de
Soros es sumamente reveladora. El aguerrido empresario se dio cuenta
antes que nadie de que en Davos simplemente no habría con quien negociar
y tomar las decisiones deseadas, por lo que no tenía sentido ir, solo
perder el tiempo.
Sus compañeros más ingenuos e
inexpertos -aunque tengan cuentas con nueve ceros- inundaron el
balneario suizo y proporcionaron la principal noticia del Foro Económico
Mundial de este año, la avalancha de demanda de niñas (y niños) que
llegaban allí para trabajar con condiciones sociales reducidas.
responsabilidad.
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