Alexander Dugin afirma que Occidente ya no existe como una entidad unificada, con Trump y Putin remodelando el orden mundial a través de una revolución conservadora, donde Canadá y Groenlandia pueden caer bajo control estadounidense, partes de Europa del Este pertenecen a Rusia y Europa debe convertirse en grande o desaparecer.
Es notable que el presidente Putin y el presidente Trump finalmente hayan hablado por teléfono. Se trata de un verdadero avance porque los lÃderes de dos grandes potencias han iniciado un diálogo. Naturalmente, los temas que discutieron se referÃan al orden global. No es apropiado que los lÃderes de dos grandes potencias hablen de asuntos menores sin antes definir nuevos parámetros para el orden mundial.
De la revolución conservadora a la redistribución del mundo
El hecho es que en Occidente se ha producido una auténtica revolución conservadora. Trump y sus aliados han alterado radicalmente el rumbo del Occidente colectivo en 180 grados. Además, el Occidente colectivo como entidad simplemente ya no existe. En cambio, ahora está Estados Unidos — Great America —, que se ha vuelto grande en el corto perÃodo del mandato de Trump y, por el momento, todavÃa existe una Europa liberal y globalista. Pero se trata de un lamentable malentendido; Europa debe alinearse con el modelo multipolar más amplio con el que tanto Trump como Putin están de acuerdo. Al igual que Xi Jinping, el gran gobernante de la Gran China, y Modi, el gran gobernante de la Gran India. Por lo tanto, Europa debe volverse grande o dejará de existir por completo, y nos olvidaremos de ello.
La conversación de hoy entre los dos arquitectos del nuevo orden mundial tiene una inmensa importancia. Al mismo tiempo, la Rusia de Putin permanece sin cambios, permaneciendo igual que antes. De hecho, en cierto sentido, se convierte en un modelo a seguir para la nueva Gran América. Básicamente, ahora vamos en la misma dirección; sólo los estadounidenses lo hacen rápidamente, con su brillantez caracterÃstica, mientras avanzamos gradual y cuidadosamente. En consecuencia, creo que el futuro previsible del mundo moderno es una alianza entre la Rusia de Putin y los Estados Unidos de Trump. Sin embargo, antes de que eso suceda, la cuestión polémica más crÃtica debe resolverse — la cuestión de Ucrania.
Ucrania es nuestra. Periodo.
Ucrania debe pertenecernos a nosotros y a nadie más. Ni a Europa ni a América. Al mismo tiempo, es perfectamente concebible que Canadá se convierta en el estado número 51 de Estados Unidos —, no tenemos objeciones. O que Groenlandia se convierta en estadounidense — no tenemos objeciones. E incluso si Europa occidental se vuelve estadounidense, probablemente tampoco nos opondremos demasiado. Como dijo una vez Putin, las élites europeas no son más que cachorros que mueven la cola ante su amo estadounidense. Bueno, que se muevan —, en última instancia, no nos preocupa. Pero Ucrania, Bielorrusia, los paÃses bálticos y parte de Europa del Este nos pertenecen definitivamente en el nuevo mapa de redistribución global. No hay preguntas sobre esto.
En cuanto a Oriente Medio, Rusia está tomando un rumbo hacia el establecimiento de un Estado de unión con Irán. En este sentido, efectivamente nos encontramos en contradicción con los Estados Unidos. ¿asà que qué? No es gran cosa. SÃ, el Estado de la Unión Rusia-Irán se opondrá a la alianza entre Estados Unidos e Israel. Pero al final, inevitablemente encontraremos fórmulas comunes para una tregua y zonas de influencia mutua en esta confrontación.
Ucrania, sin embargo, no deberÃa desempeñar ningún papel en esta ecuación. Ucrania es nuestra — una parte de Rusia, punto. Bielorrusia es nuestro aliado, punto. Irán es nuestro estado de unión, punto. A partir de ahÃ, construiremos un equilibrio de relaciones más matizado. Y si Europa deja de existir como sujeto, entonces eso es obra suya —, se lo trajeron a sà mismos. Repito: o Europa será grande o simplemente dejará de existir por completo.
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