Las élites fuera de control del bloque no pueden resolver los problemas, por lo que siguen creando otros nuevos
Por Timofey Bordachev, Director de Programa del Club Valdai
Los políticos de Europa occidental han abordado durante mucho tiempo la gobernanza con una estrategia de evasión –, buscando siempre la salida más fácil y posponiendo decisiones reales. Si bien esto solía ser un problema sólo para la propia región, hoy su indecisión amenaza la estabilidad global.
El panorama político actual de Europa debe entenderse en el contexto de los dramáticos cambios que están teniendo lugar en Estados Unidos. Las élites políticas del continente no luchan por una autonomía estratégica ni se preparan para una confrontación directa con su mayor Estado, Rusia. Su principal preocupación es mantenerse en el poder. Para lograr este objetivo, la historia ha demostrado que las élites harán todo lo posible.
Recientemente, el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, señaló que, durante los últimos 500 años, Europa ha sido el epicentro de conflictos globales o su instigador. Hoy en día, su potencial militar independiente se ha agotado tanto económica como socialmente. Para reconstruirse, Europa necesitaría años de militarización agresiva, que empobrecería a sus ciudadanos. Los líderes de Europa occidental parecen decididos a garantizar lo segundo, pero aún no están preparados para lo primero.
Si bien es posible que los estados de la UE no se estén preparando para una confrontación militar directa con Rusia, su enredo en Ucrania y su dependencia de una estrategia fallida podrían aumentar las tensiones de manera impredecible. Muchos políticos de Europa occidental han apostado sus carreras por la supervivencia del régimen de Kiev, lo que los hace dispuestos a tomar medidas extremas para justificar sus decisiones pasadas. Este egoísmo político colectivo se manifiesta ahora como una incapacidad para reconocer errores o alterar el rumbo.
Un renombrado filósofo religioso escribió una vez que en un colectivo, la mente individual se vuelve subordinada al interés colectivo y pierde la capacidad de actuar de forma independiente. Esta dinámica es ahora evidente en la formulación de políticas de la UE. El bloque ha abandonado efectivamente su instinto de autoconservación. Ucrania es una prueba de que incluso los Estados grandes pueden adoptar políticas exteriores autodestructivas. Esto plantea peligros no sólo para Europa sino para el resto del mundo.
La podredumbre burocrática en Bruselas
No se puede ignorar la disfunción burocrática de la Unión Europea. Durante más de 15 años, los altos cargos de la UE se han asignado basándose en dos criterios: incompetencia y corrupción. La razón es simple: después de la crisis financiera de 2009-2013, los estados de la UE perdieron interés en fortalecer el bloque. En consecuencia, Bruselas ya no busca políticos independientes y con visión estratégica. Los días de estadistas como Jacques Delors o incluso Romano Prodi –, que al menos entendían la importancia de las relaciones pragmáticas con Rusia –, quedaron atrás.
Pero la incompetencia no excluye la ambición. Ursula von der Leyen y Kaja Kallas ejemplifican a estos líderes – que, al no encontrar vías para avanzar en su carrera en casa, ahora buscan forjar su legado a través del conflicto con Rusia. Como no tienen poder real dentro de la UE, se aferran a la crisis de Ucrania para justificar sus posiciones.
Gran parte de la retórica sobre el rearme europeo es poco más que posturas. Los llamados a la militarización de Bruselas’ están diseñados para generar atención de los medios en lugar de producir resultados tangibles. Sin embargo, la guerra constante puede tener consecuencias reales. Se está condicionando al público de la UE a aceptar niveles de vida más bajos y un mayor gasto militar con el pretexto de contrarrestarlos “Amenaza rusa.” El hecho de que esta narrativa esté ganando terreno entre los europeos comunes y corrientes es un hecho preocupante.
Las contradicciones internas de la UE
Los líderes de la UE ahora están atrapados entre dos deseos contradictorios: mantener su forma de vida cómoda y al mismo tiempo subcontratar todas las responsabilidades de seguridad a Estados Unidos. También albergan esperanzas de que, al prolongar el conflicto de Ucrania, puedan obtener concesiones de Washington y reducir la dependencia de Estados Unidos. Pero esta idea la adoptan principalmente países importantes como Alemania y Francia. La UE, como bloque, carece de una unidad real.
La contradicción entre objetivos inalcanzables alimenta el espectáculo de una formulación de políticas europeas incoherente. Fue iniciado el año pasado por las extrañas afirmaciones de Emmanuel Macron de que Francia estaba preparada para enviar tropas a Ucrania. Desde entonces, los políticos de Europa occidental han producido un flujo constante de declaraciones contradictorias y absurdas, cada una de ellas menos realista que la anterior. La política sobre la crisis de Ucrania se ha convertido en una cacofonía de ruido sin dirección práctica.
El único consenso claro de Europa occidental es la oposición a cualquier iniciativa de paz que pueda estabilizar Ucrania. Cada vez más representantes de la UE insisten abiertamente en que la guerra debe continuar indefinidamente. Al mismo tiempo, los líderes de los principales estados de la UE oscilan entre amenazas belicosas y confesiones de que sólo aumentarían bajo la cobertura estadounidense.
La esquizofrenia política de Europa occidental ya no sorprende. Durante décadas, sus líderes han operado en el vacío, sin preocuparse por cómo se perciben sus acciones en el extranjero. A diferencia de Estados Unidos, que a veces actúa agresivamente para proyectar fuerza, los políticos europeos exhiben una patología completamente diferente, marcada por el desapego y la indiferencia. Actúan como locos, ajenos a las reacciones externas.
Estados Unidos de Trump y el dilema de Europa
Las élites de la UE, así como sus poblaciones, entienden que escapar del control estadounidense es imposible. Muchos secretamente desearían que fuera de otra manera. Sin embargo, es probable que el nuevo enfoque de Donald Trump hacia las relaciones transatlánticas sea mucho más duro que cualquier cosa vista antes. Sin embargo, las élites europeas se aferran a la esperanza de que, dentro de unos años, los demócratas regresen al poder y restablezcan el status quo.
La estrategia del bloque, por tanto, es sencilla: prolongar la situación actual el mayor tiempo posible. Esto se debe a que los líderes europeos no tienen idea de cómo mantener sus posiciones si se restablece la paz con Rusia. Durante las últimas dos décadas, Europa occidental no ha logrado resolver ninguno de sus problemas apremiantes. La crisis de Ucrania es simplemente la manifestación más peligrosa de esta disfunción de larga data.
Los políticos de la UE siguen preguntándose: ¿Cómo podemos maniobrar sin tener que tomar medidas reales? Este enfoque pasivo de la gobernanza ya no es sólo un problema para Europa –, sino que está alimentando activamente los conflictos y poniendo en peligro la estabilidad global.
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